Un niño de 6 años ríe una media de 300 a 400 veces por día. Una persona adulta lo hace sólo entre 15 y 100 veces diarias. ¿Qué ha pasado por el camino? La respuesta es sencilla: el sentido del humor se ha ido perdiendo poco a poco.
Todo el mundo nace con la capacidad para reírse. Un bebé recién llegado al mundo tarda 45 minutos en soltar su primera carcajada. Una persona que se ríe cada vez menos ha ‘modificado’ su sentido del humor debido a las circunstancias de su vida: trabajo, estrés, experiencias traumáticas, etc. La buena noticia es que esto se puede corregir.
“El sentido del humor es una capacidad universal que todos poseemos y que todos podemos cultivar y emplear”, explican los expertos en humor Eduardo Jáuregui y Jesús Damián Fernández Solís en su ensayo ‘El humor es positivo en la vida y el trabajo’. “No hace falta hacer payasadas, ni siquiera contar un chiste. A veces basta compartir una curiosa coincidencia, un gesto exagerado o la complicidad de una ironía”.